sábado, 7 de noviembre de 2009

CONOZCO A UN ESCRITOR

la primera ves que lo vi. estaba parado con las manos hacia atrás, el pelo cano se divisaba desde la otra acera contrariando a su poblado y negro bigote creo que el tinte no le alcanzo para la cabeza y decidió pintarse solo el bigote.
Yo sabia que era el, aguante el paso solo para mirarlo, mientras movía la cabeza de un lado a otro barriendo con la mirada toda la calle.
Entre sus pantalones de dormir arremangados y las medias marrones de polar se dejaba ver una franja de la pantorrilla con esa blanquísima piel, salpicada con unos cuantos viejos pelos que solo veían la luz escasos instantes, sus pies chiquitos perdidos en aquellas pantuflas de tela escocesa que es más que seguro que le pidió prestado a su esposa.
El ya tenia años de viejo y otros tantos de mal humor, sus manos inquietas y ágiles se paseaban de rato en rato por su cara acomodando el mostacho negro como Ebano mientras decía groserías y se mordía los bigotes. Se paseaba uno a dos pasos a la derecha y la misma cantidad al otro lado, de perfil se le notaba lo flaco que era lo terriblemente jorobado que estaba. el tiempo de fumador le dejo esa tosecita que se le escapaba cada cierto tiempo que cubría rápidamente con la manga de la chompa vieja que utilizaba para dormir aquella chompa con el cuello estirado desencajado pero no por eso perdía su autentico color blanco, sin ninguna pizca de percudido.

ahora a su lado después de presentarme lo observo aun más, es hiperactivo, habla sin medida camina muy rápido siempre con las manos atrás, camina ignorando por completo mi presencia es por eso que se adelanta barios metros. repentinamente se para observa el árbol frente a la puerta de su casa, le dedica cuatro lisuras más a los pájaros y argumenta que no lo dejan dormir mientras lo miro rezagado sin intención de seguirle el paso, se da la vuelta y sube los escalones asta llegar a la puerta de la casa, rebusca en los bolsillos hondos de su chompa y saca un llavero antiguo con llaves tan antiguas como el mismísimo viejo que lo más probable es que ya no abran ninguna puesta.

Abre la puerta se limpia las largas pantuflas en aquella alfombra que en letras grandes dice bienvenido aun que no todos lo sean como yo. Me mira casi con desprecio como si no fuera digno de limpiar mis trajinadas botas mal lustradas en aquella bienvenida tan irónica

tal vez no sea digno pero me invita a pasar de mala gana a la casa y antes de ingresar percibo o me da de lleno el aire encerrado de aquella casa, un aire viciado es una mezcal de cera, otro tanto de humedad y olor a perro no sabría distinguir por separados uno de aquellos olores pero era claramente un mezcla,
me siento en uno de aquellos muebles de cuero pasados hace años de moda, mientras vocifera al irse que vuelve en un instante.
Es una casa pequeña muy ordenada, tétrica pienso que sacando esas cortinas para que pace un poco la luz del día asta seria bonita, el piso brillaba como si recién le hubieran sacado lustre, como si alguna madrugadora empleada se hubiera esmerado en el brillo del parquet.
La pared de ladrillo descubierto barnizado, estaba tachonada de cuadros pequeños, grandes y dedicados casi en su totalidad al viejo, cuadros raros abstractos, sin forma definida, otros con pinceladas al azar, reconozco dos cuadros, uno que es portada de su obra sonata de los encuentros, un pequeño libro negro de cuentos, y otro cuadro chiquito de fecha veinte de abril del setentaitres,es una caricatura erguida de perfil con un exagerado bigote frondoso como si en ves de bigote tendría un perro pequines entre los dientes sin duda era el hostil anfitrión, seguía tratando de interpretar las figuras extrañas en los cuadros y una pequeña bola blanca de pelos hace su ingreso al salón era un perro ataviado de correas y un pequeño lazo granate, me causa gracia ver hay al pequeño animal poniéndole color a la sala, me sonrío y digo dentro de mi.
-. que perro para más rosquete -. muy rosquete pero también muy amable, cariñoso, me mueve la pequeña cola con gran afán como si estuviera alegre y dichoso de conocerme, como si con ese movimiento de cola me dijera que el siempre va estar hay para lo que yo quiera, me queda mirando se acerca decidido se frota en mis botas y se marcha con la misma alegría con la que apareció, al verlo desaparecer entre las patas del piano me observo detenidamente el instrumento musical elegante. también muy pulcro sin una mancha de polvo, con un enorme mantel de encaje como los que hacia mi abuela para poner en las mesas, sobre el mantel tres esculturas chinas y una mas chiquita de un regordete buda que se parece mucho a la gordita que me sirve el Chi jau cay algunos sábados en el chifa del chino leo.

Al otro lado del piano ahí una especie de estante de vidrio con mosaico, abarrotada de botellas en general de vino, algunas llenas, otras medio vacías y botellas solas que me supongo que conserva como recuerdo, ese recuerdo de que alguna ves estuvieron llenas. no puedo dejar de lado el estante lleno de libros que en toda una vida no podría leer, recetarios de cocina italiana, novelas, poemarios, la gran mayoría para mi autores desconocidos por mi poco interés por la lectura y otros que por cultura general lo tienes que saber, Borges, Gabriel García Marques, Vargas Llosa y muchos más, sigo con la vista la retahíla de libros de pasta dura.
En un compartimiento clara mente visible del estante, exactamente en medio inferior me detengo de lleno a contemplar entusiasmado la cantidad de discos que tiene en todo los géneros paseándose desde la música cubana, vieja trova con Buena vista social club y sus dos gardenias en la voz de Ibrahim Ferrer y Compay segundo, El Rey Elvis Presley no podía quedar fuera con it i can dream, asta Carlos Gardel entre sus títulos que leo rápidamente, Buenos aires querido, la cumparcita, adiós muchachos, caminito e innumerables títulos que seguro el viejo se debe de poner a escuchar acomodando sus huesos cansados y deformes en el viejo sofá con vino en una mano y un cigarrillo en la otra, añorando tiempos pasados. siento sus pasos acercándose a la sala y procuro acomodarme rápidamente en el sofá para que no me encuentre de chismosos en su estante. entra, mira al piso se frota el bigote se queda pensando y se mancha de nuevo y a mitad del camina grita preguntando mi nombre se lo doy y me llama por mi nombre para acompañarlo a su oficina, como siempre él adelante, todavía no se había cambiado no se que estuvo haciendo todo este tiempo, es probable que por su avanzada edad no se acuerde, abre una puerta negra como sus bigotes

Era una habitación pequeña con otro tanto de estantes llenos de más libros aun mas viejos, y cachivachería en general, en el escritorio más libros arrinconados para dar sitió a un cenicero repleto de colillas con un cigarro que humeaba aun prendido, la computadora encendida se veía un gran escrito, la curiosidad pudo mas y le pregunte que estaba haciendo arriesgándome a que me tire un poco de libros, - es un libro que estoy haciendo -. contesto orgulloso con una ligera sonrisa. - es un trabajo de años de investigación, averiguaciones que hice a trabes de unos amigos españoles -. se desplayo más -. sucede en la península Ibérica en la época de los visigodos -. e involuntarias las manos cobran vida y hacen mímicas en el aire a medida que cuenta la historia de su libro y de rato en rato se lleva el cigarro a la boca para echar una hondonada de humo a los pulmones que escapa luego mientras habla por la boca y la nariz, los dedos de la mano son flacos huesudos y justo los dos dedos con los cuales sujeta el cigarro son amarillos casi marrones encharolados de nicotina.

termina de contarme a breves rasgos la novela creyendo que me a convencido y jura que tan luego termine de escribirla voy a ir a la librería más cercana a gastar todos mis ahorros para comprarla yo solo me sonrío y pienso seriamente en dejar de escribir.

1 comentarios:

j dijo...

jajaja

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