viernes, 27 de marzo de 2009

EL TURCO

Hoy como hace años sentado en aquel sillón rojo grande muy antiguo con patas de madera pintadas de color marrón oscuro para disimular su vejes, sigo viendo la lluvia caer desde hace media hora, la calle es un riachuelo que baja desde el cerro, cargando pequeñas piedras que al final de la lluvia quedaran varadas en todo el pavimento de cemento para sólo aumentar el trabajo del señor Hernán, el barrendero del pueblo.
Sigue lloviendo no se si es temporada de lluvia, no lo se, la verdad nunca supe que meses son, la gente corre por medio del parque ha grandes zancadas para no mojarse, pero ya están empapados igual, es un espectáculo de agua y de personas tratando de ganar las aceras y otras tratan de llagar asta el atrio para protegerse de la lluvia, el cielo se ha puesto gris, el atrio de la plaza de armas es un monumento con arcos gigantes, tiene filetes blancos, de tres pisos con vitrales verdes azules y tonos amarillentos muy simpático que puede proteger de la lluvia a todo el pueblo, se ve por en sima de este monumento en el horizonte, por en sima de los cerros un manto de un gris aun mas oscuro. la lluvia arrecia con mas fuerza, y suenan con mas fuerza el chapoteo de las gotas en el suelo mojado, los relámpagos que parten el cielo con luces blancas muy potentes, parece que muchas cámaras dispararan sus flashes al mismo tiempo, luego de unos 3 segundo de desfase llega el trueno, sonido que retumba el pequeño corazón de mi perro Turco que vienes ha refugiase debajo del sillón, - no te preocupes ya va ha pasar - le digo acariciándole el lomo, se tranquiliza me mira, da un pequeña vuelta y se acomoda al costado mío a la altura de mi mano que dejo caer para seguir acariciándole el lomo color marrón y rascarle por debajo de sus grandes y caída orejas.
El efecto hipnótico de la lluvia me a puesto en blanco la mente y he quedado sin pensar unos largos minutos interrumpidos por otro trueno que maldigo interior mente con malas palabras.
volteo y miro a turco, me queda mirando, - vamos a comer algo te parece, te va caer muy bien para el susto - le digo sonriendo, me corresponde moviendo la cola pausada mente, le doy unas palmadas en el brazo y me sigue a la cocina, vamos en busca de panes que no estén muy duros y q se puedan comer con un poco de mantequilla, lo que a el mas le gusta es el pan dulce, es por eso que me privo de un rico bizcocho para entregárselo, el que devora en muy poco tiempo, insatisfecho como siempre, me contempla con esa carita de tener mucha hambre para acceder a su chantaje emocional, pellizco un pedazo de mi pan - eso es todo Turco no hay más - le hago saber, pero igual me acompaña asta el comedor grande de la casa, con la esperanza que de un mal paso, tropiece y caiga desparramando las dos tapas de mi pan untados en mantequilla - se lo que estas pensando pero no va a ocurrir te lo aseguro - le comento mientras me siento en la cabecera de aquella mesa gigante con espacio suficiente para los doce apóstoles y todavía alcanza para los cocineros de la cena, bajo la mirada y esta el, con la misma cara y ahora esta empleando otra táctica, me esta dejando reposada su pequeña cabeza en mi pierna, creo que los chantajes emocionales de este perro van más allá - maldito perro chantajista desvergonzado toma y bórrate esa cara de perrito bueno - le doy mi pan con apenas un par de mordidas, he sido vencido por los chantajes de un perro con memos de 4 kilos y carita de bueno, - igual no tenia hambre - justifico mi derrota.
Son las 5: 34 y esta acabándose el día, la lluvia a calmado. Por los enormes ventanales del comedor grande veo irse la tarde y le da paso a la noche que parece haber llegado antes de tiempo, unas horas después suenan los platos, es hora de la cena, aunque yo no he escuchado nada, pero lo se, porque el Turco ya no esta, y cundo no esta es por algo, si no es hora del desayuno, es hora del almuerzo, y en este caso es la hora de la cenar - este perro se olvida que soy su dueño tan luego escucha sonar las ollas, convenido desgraciado - refunfuño alegremente dirigiéndome a la cocina, mi madre dice - y cuando vas ha bañar a ese perro esta lleno de pulgas - sabe que están hablando de el y se esconde debajo del banquillo largo en la cual estoy sentado frotándome con su hocico, bajo mi mano lo acaricio y sin que se den cuenta mi madre o mi abuela le doy un pan, de esos que tanto le gusta para mitigar la vergüenza que le abran producido las palabras duras de mi madre - pero el Turco es limpio si yo lo meto todos los días al el río - abogue por el - lo meterás al río pero no lo bañas debes llevar un poco de detergente, métele un buena lavada para que se caigan esas pulgas - sentencio mi madre sin dejar de comer, ella también lo quería, porque varias veces la he encontrado acariciando al perro pulgoso, - esta bien mañana lo baño - era un buen pretexto para ir todo el día al río - pero ten cuidado porque esta lloviendo en la altura, y el río cualquier momento puede crecer - dijo mi abuela preocupada - no te preocupes lo baño y regreso - conteste, después agradecí y me retire a dormir,
Al día siguiente me levante a la misma hora 9:30 entre sueños saco un silbido y en menos de un minuto tenia a mi Turco como todos los días dando saltos en mi cama, invitándome a jugar o tal ves me hacía saber que ya era muy tarde y tenia que levantarme - ya voy carajo, ya voy, déjame cambiarme - le decía al mismo tiempo que mordía y jalaba de una manga mi polo y yo jalaba de la otra, mal trecho, agujereado recupero mi polo, levantando cosas encontré una zapatilla, por debajo de la almohada salió la otra, reconozco que mi cuarto no era el mas ordenado, pero era mi desorden yo savia donde estaba cada cosa, el espíritu rebelde era sin duda mi cama en el piso de madera, que mucha gente no comprendía porque me gustaba dormir en el piso, a decir verdad yo tampoco lo entendía pero me encantaba así que cada ves que mi abuela y mi madre se descuidaban bajaba el colchón por largas temporadas o asta q se dieran cuenta. con el sol muy alto que pasaba por las ventanas de mi cuarto digo - turco es un buen día como para ir a pescar no te parece, y buen día para bañarte porque apestas a burro muerto creo que tiene razón mi mama, hoy te baño así que te alistas - .
Desayunamos, metí 2 panes en el bolsillo para el camino y muy rápido cogí el anzuelo, corriendo me despedí de mi madre, casi de la calle, para no tener objeciones con el permiso al río. Camino al río sacamos lombrices para pescar en la sequía de regadío que cruza la carretera a la altura de la chacra del tío Pancho, no se porque le decía tío, creo q es la costumbre, tenia una casa en medio de la chacra de caña a 10 metros del río, era una casa de campo a cinco minutos del pueblo, alguna ves fuimos con mi abuela a visitar al tío Pancho y a la tía Victorita, la casa con plantas de caña a un lado y a la otra palta y árboles de mangos, y para hacerla mas linda tenia un caminito empedrado aproximada mente de unos 70 metros aromatizados por anís, sembrados a los costados del camino y desde la carretera se percibía ese olor. El tío era un viejo de metro y medio de estatura, con el pelo cano que le cubría siempre con un sombrero de paja blanco, utilizaba un bastón, no porque este cojo si no porque era una costumbre antigua y cuando saludaba hacia reverencia con el, era un señor bastante respetado, era un caballero antiguo. la tía Victorita era una viejita muy linda, me caía muy bien porque cuando la visitábamos nos invitaba cafe y me dejaba comer los panes que quería, le decía a mi abuela - deja que coma el niño - y a mi me decía - no lo mires a tu abuela come nomas - sabia que mi abuela nos dominaba con la mirada y nos contaba cuantos panes comíamos, aveces te olvidabas que solo estaba permitido tres panes, con un ronquido fingido, seguido de una mirada acecina, te dejaba saber q estas en serios problemas y que saliendo te la ibas a ver con ella, así que aunque te mueras de hambre no podías un cuarto pan, lo malo de la casa del tío Pancho era esos chuscos pero bravos perros que tenia, por eso cuando pasaba por su casa tenias q estar preparado para correr, estabas a salvo cuando llegabas al puente que cruzaba el río.

(...)

- Turco ven - lo primero es bañarte - lo tomo de la pata casi arrastras, le gusta el agua, pero no le gusta el detergente en los ojos, así que trato en lo posible demorarme lo más mínimo, bien jabonado y enjuagado lo tiro al río y lo dejo que corra por la arena asta que se seque, mientras yo saco el anzuelo y las lombrices que guardo en una caja de fósforos, después de cruzar el río me acomodo en una roca que promete buena pesca y espero con ansias ese tirón que se corona con un pescado en el anzuelo, aveces es falsa alarma o los peces ya saben y despellejan la lombriz del anzuelo sin que yo me de cuenta, pero al final de la tarde tengo en la sarta varios pescados desprevenidos que han caído en mi anzuelo.
Quería mucho a ese perro compañero de muchas días de pesca, entrañable amigo. me despedí de el una noche antes de viajar a la costa, le dije al oído que cuidara a mi abuela, le di un beso en la frente y subí al bus.
Siempre que podía preguntaba a mi madre por el Turco, me decía que estaba bien y que ya tenia una camada, todo estaba como siempre, - que bueno - le contestaba.
Pero cuando regrese ya no lo encontré había sido víctima de alguien que dejo algo con veneno en el parque y de esa manera dio fin al TURCO

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